Supermercado.

Como antaño.


Caminaron juntos hasta unos refrigeradores horizontales, creo llamados congeladores, aunque solo funcionaban para enfriar. Dentro había muchos alimentos empaquetados con lindos estampados graciosos que aparentaban ser muy distintos al producto verdadero, aunque eso pareciera fraude, estaba bien visto en esos tiempos, punto para los creadores del juego.


            —¿Les gustan las pizzas congeladas? —dijo Alberto.


            Él abrió uno de los contenedores. ¿Así que realmente sí congelaban?


            —Yo quiero probar el café —comentó escuetamente Oscar.


            —Por mi está bien, pero, ¿dónde calentaremos la comida o como la mantendremos congelada? —Adriana sabía la respuesta, aunque seguía fungiendo como una persona normal.


            Alberto colocó tres empaques que le parecieron muy pequeños y simples a Oscar. No estaban acomodados y se movían a libertad dentro del carrito.


            Caminaron viendo todo lo que les llamaba la atención, muy inmiscuidos en los detalles de los productos del supermercado, aunque no era la primera vez para Alberto y Adriana, se sentían muy orgullosos de lo que habían logrado. También para ellos había aspectos que eran novedosos, aunque fueran los creadores, no eran los únicos y cada uno se especializaba en algo distinto.


            Oscar tomó una libreta, la agregó al carrito, meditó un momento y luego colocó cinco más, todas de un color distinto.


            —¿No hay problema si uso una mientras estamos aquí?, digo, ¿sin tener que pagarla antes? —Oscar sabía que eso no era algo adecuado en el pasado, pocos se atreverían a hacer eso, siempre esperaban a pagar antes de usar un producto, pocas eran las excepciones, como una botella de agua.


            —Para nada, tú eres nuestro guía, nos apoyamos en lo que digas —le respondió Alberto.


            —Perfecto. Necesitamos crear una comunidad de Virtus, apoyarnos entre nosotros en esta realidad, no podemos fingir siempre ser personas, eso nos degradará y nos perjudicará. Lo mejor es que podamos tener un apoyo mutuo entre nosotros y hablar de nuestro mundo material.


            —Creo que sé a qué te refieres —le respondió Adriana—, a nosotros nos cuesta mucho trabajo aparentar ser lo que no somos, con el tiempo es muy cansado y desgastante, ese no es nuestro objetivo, no queremos que estén en un espacio donde no se sientan agusto. Está bien ser personas por momentos, pero nos podemos sentir muy solos si no encontramos a otros como nosotros.


            —Aunque las personas estén programadas de acuerdo con la historia, sabes que puede haber fallos. —Alberto tomó unos lapiceros, le dio uno a Oscar y los demás los agregó al carrito.


            —Esto que propongo no está fuera de contexto, es congruente con lo que se busca. Una simulación fiel de un viaje temporal a nuestro pasado no tan distante. Si esto no fuese virtual y no pudiéramos regresar fácilmente a nuestro espacio material, nos sentiríamos muy perdidos.


            »La realidad lograda en todos los aspectos es muy buena, tanto en lo físico como en lo psicológico. Solo nosotros podríamos diferenciarla de la existencia cierta, aunque nos pueda costar trabajo.


            —Eso es muy fácil para nosotros. —Alberto caminaba tomándose de las manos en la espalda—. Estamos acostumbrados a este tipo de realismo distinto al material desde que somos pequeños, hemos crecido conociendo ambos mundos, el virtual y el físico.


            —Oscar lo sabe muy bien, aunque no sea un creador de videojuegos, ha entrado a varios y sabe cómo funcionan, incluso mejor que nosotros. —Adriana llevaba ahora el carrito.


            —Para nosotros es tan innato entrar y salir de este tipo de realismos que lo hacemos sin ningún cuidado, hasta se podría decir que estamos más capacitados para transitar entre el entorno virtual y el real, que las personas que en su tiempo lo hacían con los sueños, antes de ser Virtus como lo somos ahora. —Oscar hablaba mientras revisaba una de las libretas que había tomado del carrito.


            —Ni me lo digas. —Alberto ya no estaba tan eufórico como antes—. Yo tuve que informarme mucho de esos temas para poder hacer más genuino el hotel. No es un tema que me apasione realmente, lo mío son más los espacios grandes y los detalles ambientales.


            —Yo soy paisajista —comentó Adriana, mirando al piso— ¿Viste los árboles sobre el hotel?, esa fue mi idea.


            —Gracias por compartirme esta información, amigos, aprecio mucho ser Virtus y compartir los mismos intereses con ustedes. Me gustaría hacer algunas pruebas para poder mejorar la realidad en la que nos encontramos. Si esto será un modo de vida para todos, quiero que sea perfecto en lo que podamos… por cierto, sí vi los árboles, bonito detalle.


            Oscar comenzó a escribir algo en la libreta, a pesar de que esto no suele suceder en su tiempo, no le costó mucho trabajo, ya había realizado tareas similares en otros juegos.


            —No se preocupen por lo que anoto, les iré contando los planes de lo que tenemos que hacer, a dónde ir y que ver. Todo saldrá bien, ya lo verán.


            —Me gusta tu motivación, amigo mío, por eso quise ser yo quien te trajera en auto en esta noche. —Alberto recobraba su espíritu alegre.


            —¿Qué quieres ver Oscar? Guíanos —habló secamente Adriana, estaba pensando en el mar y en todo el trabajo que hizo en el pueblito.


            —Quiero conocer todo, recorramos los pasillos de principio a fin, detengámonos cuando algo nos llame la atención, usémoslo si lo queremos, actuemos como nos guste, siempre respetuosos con los demás. ¿Qué les parece?


            —Eres el jefe —dijo Alberto.


            Luego le dio una palmada y apuró el paso para retomar el carrito, aprovechando que Adriana se había agachado para ver unos artículos que desconocía.


            —Ese es un termo, se usaba para mantener las bebidas por más tiempo con la misma energía, digo, a la misma temperatura. —Oscar disfrutaba explicar los tiempos pasados y sus costumbres—. Las personas eran muy ingeniosas para usar la física básica y la química simple para poder tener ciertas comodidades por más tiempo.


            —Son muy bonitos. —Tenía uno en la mano y lo estaba girando—. Unos cilindros muy curiosos, con muchas figuritas pintadas, debieron haber sido objetos de colección.


            —Casi todo era coleccionable, las personas solían ser muy ambiciosas y egoístas. —Adriana dejó el termo, no le gustó la idea de tener esas costumbres—. No te preocupes, puedes llevártelo, es un lindo recuerdo.