Virtus.

Año 4073. 


Decidido a ser uno de los pioneros en el videojuego, llenó los formularios desde su dispositivo electrónico y en cinco minutos ya había sido aceptado por los creadores, la comunidad y la autoridad. Todos requieren dar su voto positivo para poder ingresar como probador de la versión final, los creadores lo quieren porque ha mostrado muy buenas aptitudes en otros videojuegos, pues esas actividades pueden ser publicas si uno lo desea, así que vieron su historial y en muy breve tiempo acertaron que era un elemento fundamental para probar la versión, sin necesidad de pagar nada. La comunidad de jugadores virtuales lo conocen, tienen su perfil, logros y todo lo relacionado a su vida ajena al espacio físico. Consideran que es un buen participante y quieren que esté dentro. Por último, está la autoridad, quien decide si la persona es apta para que merezca la pena estar plenamente en un mundo distinto al real, si es así, ellos se encargan de mantener todas las necesidades fisiológicas resueltas mientras la persona o, mejor dicho, el Virtus se encuentre en el espacio irreal.


            Prácticamente todos los Virtus que tengan los deseos de entrar en este nuevo mundo lo pueden hacer, no hay un límite cercano de usuarios que se acerque a la capacidad máxima permitida por la especie de servidor que aloja el mundo virtual.


            En este maravilloso año todos son libres de hacer lo que quieran, pero no debe de confundirse con libertinaje, recordemos que hablamos de una especie más evolucionada, los Virtus, ellos pueden realizar las actividades que mejor les parezcan, pero siempre para el bien común, aunque se tengan que sacrificar para esto. Por esta razón es que hay seres que pueden estar todo el tiempo jugando y otros que se dedican a mantenerlos con vida sin ningún problema. Con esto no me refiero a que los virtuales, los que todo el tiempo están externos a la realidad, sean egoístas y solo busquen su satisfacción, de alguna u otra manera están apoyando a los demás, aquellos que están presenciales.


            Y ustedes pueden preguntarse: ¿Para qué necesitan entonces la aceptación de estos tres grupos (creadores, comunidad y autoridad) si es una sociedad tan perfecta? Bien, los Virtus son mucho mejores que nosotros en su composición grupal, pero eso no implica que no haya quienes busquen su provecho sobre los demás. Son mínimos, es cierto. Pero hay varias acciones que se pueden realizar para evitar daños civiles, sin tener que perjudicar a aquellos distintos. En este aspecto todos son útiles y a todos se les puede encontrar su lugar, lo que para ellos es realidad, para nosotros es un simple sueño utópico que sentimos que es imposible de alcanzar.


            Es mejor tratar de comprender su situación y civilización por medio del videojuego macro realista, al estar inspirado en la época en la que vivimos, nos será más familiar. Eso sí, no esperen que los Virtus se comporten como nosotros, no olviden que somos diferentes, aunque ellos puedan intentarlo, de vez en cuando se notarán acciones que nos serán extrañas.


            Nuestro Virtus, protagonista de esta historia, está listo para comenzar su nueva realidad. Con los formularios completados, los materiales necesarios y todo ordenado. Se coloca en su especie de silla reclinable como si fuera una mecedora, pero se levanta, aún no está listo para comenzar su nueva vida, no olviden que los Virtus siempre piensan en los demás antes que en ellos mismos.


            Llama a sus parientes por medio de un dispositivo electrónico adaptado en una de las paredes, el cual está sincronizado con todas sus actividades virtuales. Algunos pudieron responder y otros tienen ese mensaje pregrabado que puede ser reproducido en cualquier momento desde múltiples medios.


            Hubo una fuerte despedida, muchas emociones, algunos lo felicitaron, otros lo cuestionaron, siempre de manera respetuosa y bien informados todos los miembros de la familia, sin ocultar conocimientos.


            Dio una última vuelta por la casa, caminó por unas calles y regresó a su hogar. Suspiró profundamente y se conectó los aparatos necesarios para poder ingresar al videojuego. Durante todo este tiempo, una media hora desde que fue aceptado hasta que quedó listo para ingresar, el juego estaba completamente cargado en los archivos de su computadora domiciliada, con un peso que supera aproximadamente 456 millones de yottabytes (mil billones de gigabytes) que se recibieron a una velocidad tan rápida que sería grosero decirla.


            Ya estaba listo para iniciar esta nueva aventura.