Tiempo detenido.

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Pensar en el pasado es como volver a vivirlo, solo que jugando con el tiempo. Si pudiéramos hacer el ejercicio de una manera precisa, se podría ver de la siguiente manera: Una fotografía tetradimensional.


            Primero, habría que explicar cada una de las mediciones. Las películas son una serie de fotogramas, cada una de esta cuenta con solo tres aspectos de la realidad: largo, alto y tiempo. ¿Si se le pudiera agregar el último término?: la anchura. Sería como si pudiéramos estar en un lugar con el tiempo detenido, movernos entre las dimensiones físicas sin importar los lapsos, igual a existir siempre en un presente inamovible.


            La vida cambia constantemente en los cuatro espacios, ese pequeño fotograma que se va alterando es el presente, lo que ha ocurrido viene siendo el pasado y lo que puede suceder, el futuro. ¿Si no existiera un antes o un después?, ¿solo un ahora?


            Percibir una fotografía que muestre fielmente tres extensiones inmutables. Todavía no hemos logrado agregar la cuarta sin llegar a una secuencia que entierre lo acontecido y dé suceso al por venir. ¿Si se lograra hacer, cómo sería?


            Imagina poder ver el retrato de una escuela, cuando los alumnos están en clases. ¿Si tan solo pudiéramos ingresar fielmente a ese recuerdo físico?



 

Paseando entre las aulas, sin la brisa del viento ni atisbo de espíritu, en un presente constante que no se perturba más que en la percepción del receptor.


            Los alumnos están congelados dentro de sus salones, con caras extrañas y risas contagiosas. Se pueden estudiar sus figuras por horas y descubrir mucho de ellos en ese espacio inamovible.


            Un balón se encuentra suspendido en el aire, hay un joven masculino observándolo con mirada fría, aquella concentración muestra que está calculando rápidamente un movimiento. Los demás siguen con la vista el mismo proyectil, tratando de reaccionar ante un futuro incierto que parece nunca llegar.


            Dentro de la dirección se observan algunos profesores conversando, se notan cansados y ojerosos, pero felices en su ambiente, hay un atisbo de esperanza que los carcome por dentro.


            Parece un lugar vacío, como si fuera irreal, en cierto sentido lo es. El tiempo existe, pero no pasa. Lo mismo con las demás dimensiones, nunca se alteran, simplemente están.


            Tocar un objeto puede manchar su esencia, al igual que rasgar una fotografía puede alterar su origen fiel, mejor seguir percibiendo ese espacio que parece submarino.


            No hay ruidos comprensibles, son reverberaciones del pasado que no terminaron de cuajar en el presente para mostrarse al futuro, solo se escuchan silbidos que parecen estar inconexos.


            Todo el campo juzga tener el mismo clima, no se perciben diferencias de temperatura.


            Algunas alumnas van al baño, ríen y chismean. Sentados en una banca junto a ellas están unos jóvenes jugando, parece algo que implica contacto físico.


            A pesar de que el entorno se ve ordinario, hay más dudas que respuestas, cada imagen detenida es una incógnita que da pautas inmensas al pensamiento. El espectador es lo único que parece subsistir.


            La paz se puede comprobar, al igual que la desesperación e impotencia. Una combinación de sensaciones que llevan a los extremos, dependiendo de la visión del protagonista. Puede que sea una tarde atemporal extraordinaria o una prisión que parece jamás acabar. Eso lo determinará la personalidad y el trascurso durante el cual estemos observando esta imagen tetradimensional.


            A diferencia de las fotografías convencionales, aquellas que cuentan con la característica extra de la anchura, podrían acaparar la atención del espectador por más tiempo, como si fuera algo innatural, aunque esto último es cierto en ambos casos.


            Parado a la mitad de una cancha se puede observar cada espacio de la escuela, mirar hasta donde la vista lo permita, sin interactuar físicamente con nada, tan solo estar espectando un presente sin fin.


            Caminar entre las aulas es una forma de estudio para nada convencional, pararse junto a los deportistas es una manera de jugar con ellos de otro modo, observar las conversaciones de los alumnos y sus movimientos quebrados es similar a una socialización incomunicada. Hay tanto que se puede hacer, que se convierte en una duda razonable el cuestionarse: ¿es algo benéfico poder estar en dichas circunstancias o hay más problemas psicológicos al exponerse a algo que parece imposible?


            Lo mismo se podría decir de las fotografías tradicionales, no son naturales, pertenecen por completo al artificio humano, ¿han traído más ayuda o nos han perjudicado desde su invención?


            La respuesta dependerá de la evolución, únicamente el tiempo sabrá la respuesta, por lo mientras, solo podemos escatimar sobre las posibles situaciones hipotéticas de estar en un espacio detenido.

  




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