La mujer en el baño.

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Fue un crimen dentro de un centro nocturno, de esos donde los jóvenes suelen ir de fiesta para embriagarse, bailar y, si tienen suerte, salir con una pareja.


            Van a divertirse a esos lugares ruidosos y con una oscuridad que oculta las imperfecciones de la belleza, desinhibiéndose, todavía más, con las sustancias que alteran la conciencia. Todo un espectáculo para que nadie pueda recordar lo que sucedió.


            Muchos no fueron siquiera localizados, algunos otros tenían resaca o no sabían lo que se les preguntaba.


            Las cámaras no mostraban tanta evidencia como les gustaría a los investigadores.


            Todos los trabajadores estuvieron de acuerdo, nadie se enteró de la situación, hasta que fue muy tarde y los fiesteros corrían horrorizados por las circunstancias desastrosas.


            Se especula que fue un conflicto de amistades, pues se ve muy accidentada la escena y no hay implicación de armas de ningún tipo.


            El único sujeto que nos pudo contar algo, fue un extraño joven que informó que solía ir a las fiestas solo, sin beber ni socializar.


            Rápidamente se convirtió en nuestro principal sospechoso, lo que nos iba diciendo era esencial para contribuir a resolver este rompecabezas, sin su ayuda, puede que nunca hubiéramos alcanzado tanto.


            Nos contó que suele estar de pie, moviéndose rítmicamente y sin consumir absolutamente nada, siempre al pendiente de su alrededor, pero sin comunicarse. Merodeando por todo el recinto.


            Los guardias confirmaron este hecho, dicen que lo han visto rara vez, suele venir durante cuatro días seguidos y luego desaparece por cinco años, para volver exactamente igual que la primera vez.


            Resultó ser un turista, esa era la explicación de su ausencia de tanto tiempo, pero no daba razones a sus insólitas actitudes.


            Se quedaba a acampar solo en una zona para demás turistas, y que él era el único que ahí pasaba la noche.


            Hubo cateo de sus posesiones, pero no se encontró nada incriminatorio. El joven siempre fue muy participativo, pero algo le sucedía, no quería dar toda la información al instante. Iba detallando todo, como si estuviera escribiendo un cuento para alguna clase de libro y esperara hasta el final para explicar algo sorprendente.


—Sí, creo saber quién fue. Había una mujer, una chica que estaba parada frente al baño recargada en la puerta. Algo había ocurrido ahí, pude verlo porque estoy chaparro y ella era muy alta, así que por debajo de su brazo descubrí a una persona tirada.


            » La chica cerró la puerta y vio que mi mirada estaba fija en ellas. Quedó afuera y la víctima, esperando ser descubierta, a la mitad del baño.


            Cuando se le preguntó lo que sucedió después, nos dio rodeos y no hubo explicación alguna.


            Después de unos días de intensa investigación, ya no contábamos con más recursos para retenerle, así que lo tuvimos que dejar ir.

 


 

Han pasado varios días y hubo una llamada. Al parecer una nota dejada en un árbol fue cuidadosamente empaquetada en plástico y bien sellada de la intemperie y de los curiosos.


            «Al final, nos hicimos amigos, ella y yo. Me explicó todo lo sucedido. No les puedo contar lo que ocurrió, pues esta persona es un enigma, tanto como yo y muchos de los otros que deambulamos solitariamente por el mundo. A veces nos encontramos, rara vez socializamos, pero siempre dejamos una huella, aunque en ocasiones no es para bien, como fue en este caso.


            No se preocupen, yo enmendaré la situación, no con ella, sino con otros. Tenemos un idioma y una forma de comunicarnos en especial. No todos somos igual, aunque lo parezcamos. Existimos rarezas que somos muy diferentes a la mujer en el baño».





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