Muy estrecho.

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Irse a dormir, algo muy natural que prácticamente todos los animales hacen, incluyendo a las personas.


            Casi nadie puede recordar sus sueños, menos de una manera detallada. A lo mucho son vagas ideas que se mezclan en el pensamiento, dando la sensación de que fue imaginado en algún momento de la vida, pero no mientras el cuerpo descansaba.


            ¿Qué es lo que sucede al despertar que nos hace olvidar los sueños?


            Afortunadamente tenemos a alguien que nos puede hablar de ellos, una vez pudo recordar aquel instante de abandono donde caen los pensamientos para nunca más volver, y si lo hacen, solo son los remanentes de aquello que no logró desaparecer.


            —¿Cómo es ese aspecto del sueño que impide ser recordado?


            —Bien, sabrás. Puedes tener el mejor sueño de la vida, o la peor pesadilla imaginable; pero al despertar, a lo mucho que tendrás será el sobrante de las emociones que te inundaron mientras dormías, sin un acompañamiento que explique su razón. Quedando con una mezcla extraña de sensaciones a lo largo del día hasta que eso termine de desaparecer y vuelva todo a la normalidad. Y luego otra vez a dormir.


            —Los lectores quieren saber cómo es esa última imagen perceptible antes de despertar, aquella que hace que los sueños se borren.


            —En mí caso, es como un túnel, uno tiene los sueños y disfruta de esos hermosos momentos oníricos, pero en algún punto, una parte de la película se agrieta, dejando ver un simple círculo a lo lejos, un punto negro. Este se va ensanchando y, a su paso, retuerce el ambiente, haciendo que todo parezca una especie de túnel, como si estuvieras en un cilindro, que va rotando y convirtiéndose en oscuridad. Lo que al final era una partícula sombría, se va haciendo mayor, consumiendo todo. Cuando ya no queda prácticamente nada es probable que solo sobreviva una pequeña luz, un poco tenue y difuminada, imposible de enfocar.


            »Lo que también te acompaña, son las sensaciones de cordura, te vuelves menos creativo y comienzas a racionalizar con más eficacia, hasta que llega un punto en que te das cuenta de que esa oscuridad, o vaga iluminación, no es más que el espacio que se encuentra más allá de los parpados. Lo que en un momento comenzó como un sitio muy estrecho, se amplía para devorar lo ilusorio y convertirlo en la realidad.

 




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