Un mundo distinto. 

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Era un lugar diferente, a pesar de que le recordaba su infancia, sabía que las personas estudiaban carreras muy extrañas, se trataba de cuestiones agronómicas, sin duda.


            Siguió recorriendo el distrito, pronto sería profesor de esa escuela en medio de ningún lugar. La intención, según le comentaban, era la de estar en un sitio inhóspito para poder convivir con la naturaleza, pues a eso se dedicaban; hacer experimentos biológicos, fue lo que le explicaron al pasar por unas parcelas donde unas cabras le saludaron con su idioma distintivo de rancho.


 A él no le interesaban los animales, su corriente era la química, pero requería el trabajo y por eso aceptó el empleo en medio de un sitio agropecuario con jóvenes presumidos, pues el sistema de paga siempre los hace sentir superiores. Gente arrogante, iba pensando.


 Veía a unos cuantos alumnos sentados a lo lejos; el recinto era demasiado grande y casi todo estaba solo, eran los primeros estudiantes que veía, seguro los demás se encontraban en los salones.


            Muchas jaulas y animales de corral, también había perros que merodeaban entre los caminos. Demasiada tierra para su gusto, una verdadera pesadilla si empezaba la época de lluvias. ¿Cómo le harían los alumnos para pasar entre todo aquel lodazal?


            La instructora se mostraba muy animada, a pesar de no ser la directora, sino una maestra más.


            —Por allá tenemos varias parcelas, es donde se hacen las prácticas, ¿le damos un vistazo?


            —Ahora no, prefiero ver mi sitio de trabajo —respondió sin ánimos. Los animales de corral no le gustan, menos esos sitios sucios donde experimentan (o lo que sea que hagan) los estudiantes con la fauna. Seguro el olor era muy desagradable.


            No se lo tomó bien, quería que su nuevo compañero disfrutara tanto del lugar como ella.


            Caminaron en silencio por la tierra, pocos sitios tenían un piso construido, pues a lo mucho había piedras que servían más de decoración (y estorbo) que como un pasillo digno de una estructura educativa.


            Comenzaba a arrepentirse de haber aceptado ese empleo, pero realmente necesitaba el dinero, tenía un año sin trabajar desde que tuvo problemas con su esposa en la ciudad, por eso también había decidido ir a la comunidad, para alejarse de la metrópoli.


            Las rancherías eran algo que no le agradaban en lo absoluto, al contrario, las detestaba, así que estaba perfecto estar en estos lados, nadie lo iría a buscar en un lugar ajeno a sus gustos.


            Tropezaba constantemente con las rocas, pajas y demás basura digna de un gallinero. Se sentía muy torpe, con sus finos zapatos perfectos para las aceras bien pavimentadas. ¿Dónde se estaba metiendo? En este sitio no hay nada de química, solo animales, mal olor y mucha suciedad.


            La joven profesora lo ingresó a un recinto un poco más grande, el olor en el interior era de mucha humedad, eso le recordaba más a un laboratorio, lo que lo hacía sentir como en casa.


            Muchos contenedores cilíndricos se encontraban dispersos por toda la habitación, no había mesas de ensayos ni nada digno de un recinto de investigación, más que las piscinas enormes con un olor pútrido y acuoso. ¿Acaso ese sería su lugar de trabajo? Sin duda, era mejor ese ambiente que estar entre las cabras gritonas, la peste de las heces y animales corriendo como si fuera un rancho de niños.        


            —Eres químico, ¿cierto?


            —Para servirle —dijo escuetamente.


            —Gracias, ¿ya te dio el director el plan de estudios?


            —No he tenido el honor todavía.


            —Alfonso, ¿cierto?


            —Correcto, ¿usted?


            —Magdalena, soy bióloga. —A Alfonso le causó gracia, tenía nombre de postre.


            Lo dirigió hacía el contenedor del centro, todos eran del mismo tamaño y, para su gusto, se encontraban muy desordenados.


            —No debe de tardar en llegar Mateo, es el director del recinto.


            Alfonso asintió con la cabeza. El olor era más fuerte cerca de la alberca, no quería asomarse, le causaba mucha repulsión lo que hubiera ahí adentro, seguro eran fetos de vacas abiertos para ver cómo se comportaban en un ambiente de putrefacción. No tenía sentido, pero la idea se le hizo adecuada al sitio.


            Se notaba que la señora bióloga del postre estaba incómoda y quería platicar con él, pero seguía muy apático, ese lugar era todo lo que detestaba.


            En silencio, mientras esperaban, la curiosidad le ganó a Alfonso y se asomó por fin, con cara de asco, al interior de la piscina. Al fondo se encontraba una especie de coral verde, como de medio metro de altura, se movía rítmicamente y desprendía, de vez en cuando, unas burbujas de un color marrón oscuro, estas se disolvían en la superficie y no coloraban el agua, eso le causó asombro, pues sabía de sustancias extrañas, pero aquello era nuevo.     


            —¿Qué es lo que está en el fondo?


            —Son colonias bacterianas.


            —¿Verdes y con una excreción gaseosa que no tinta el líquido?


            —Es una nueva especie. Aquí también se hacen prácticas y nuestros estudiantes han logrado evolucionar estos organismos a lo largo de más de 30 años; estamos a punto de comprobar como los unicelulares pueden mutar y comportarse como un único ser, es decir, un pluricelular.


            —¡Pero eso es imposible!, Para ello se requieren cientos de años, sino que miles; no solamente 30 años con estudiantes que no saben nada de química. —Su respuesta mostraba lo irritado que se encontraba, aunque su intención no era ser grosero.


            —En realidad se puede y se está haciendo, ahí tienes la prueba —contestó con orgullo, parecía una especie de lucha de intereses—. Soy bióloga y sé de lo que te hablo. Mis muchachos han ensayado en estos laboratorios durante muchos años, yo soy una de ellas. —Lo volteó a ver a la cara, sonreía con confianza—. Estudié aquí mismo desde que el proyecto comenzó, he visto todo lo que se debe de comprender. A nadie le interesa esto, no es que seamos clandestinos, sino que nadie se preocupa por estas situaciones, así que ya no damos pruebas de nuestros avances. Tal vez por eso desconocías que esto es posible.


            —Eso no tiene sentido, deben de avisar a la autoridad competente, desarrollar los esquemas necesarios para poder hacer una investigación reglamentaria y en orden. Esto es absurdo, un ilegal, no pueden estar haciendo esto.


            —Buenas tardes, Alfonso, soy Mateo, de hecho, todos los documentos están correctos, puede pasar a mi oficina si gusta verificarlo.


            —Buenas tardes, no es necesario, señor. —Algo que tiene muy arraigado, es el respeto a la autoridad, puede oponer sus ideas y ser grosero con sus iguales y los inferiores, pero se muestra muy sumiso ante sus superiores.


            —Bien, permítame explicarle en qué consistirá el trabajo.


            —Por favor —dijo en un tono relajado, hasta parecía regañado.


            Magdalena estaba impresionada, hace un momento estaban a punto de comenzar una discusión a gritos y ahora parecía un pequeño cachorro a punto de llorar.


            —¿Observó esas burbujas que salen de las bacterias? —Los tecnicismos del director eran muy simples, pero Alfonso los pasaba por alto.


            —Es correcto, señor.


            —En ese caso. —Se acercó a ellos, inclinándose para tocar el agua del contenedor, parecía que quería sacar una de aquellas esferas gaseosas—. Estos pequeños seres no tienen un nombre todavía, les llamamos por ahora proto-medusas. Pues la colonia bacteriana se asemeja a los pólipos, si necesita más detalles, Magda le puede asesorar. —Ella afirmó, tenía una gran sonrisa, se sentía vencedora—. En fin, desconocemos con certeza las propiedades de las burbujas, para eso está aquí. —Lo vio directo a los ojos.


            —¿Quiere que investigue los componentes esenciales de las moléculas y sus derivados energéticos?


            —Su composición; aquí trabajamos varios investigadores. Magda es bióloga y es la directora de este proyecto. Han logrado mutar una especie única durante años hasta lograr la estructura que observa. Las demás tinas también tienen proto-medusas.


            —Entiendo —dijo, mientras apartaba su orgullo que celosamente había recalcado con Magda.


            —Con el tiempo podrá comprender mejor todo este esfuerzo que tenemos. Acompáñenme a la dirección, ahí están los documentos para informarle con detalle.


            Caminaron juntos. Alfonso se encontraba muy cerca de Mateo, seguía fielmente su compañía como si eso lo salvara de todos los detalles que le desagradaban.


            —Su trabajo es esencial —continuó el director—, si logra averiguar los componentes biológicos de las bacterias, podemos continuar farmacéuticamente y utilizarlas para tratar enfermedades.


            —Sin olvidar, claro, que es necesario comprender si esas burbujas derivan de unas cuantas, de un componente o de todo el conjunto, pues podría ser la clave para comprender si hay comunicación interna —interrumpió Magda—, por ejemplo, el organismo más grande del planeta es un hongo que se notifica con nutrientes, pero hablamos de un multicelular. ¿Qué hay de la parte unicelular?


            —Así es Magda, puede que logremos al fin comprender la evolución de un sistema de una sola célula a un multi organismo, pero no olvidemos la función que podemos rescatar.


            —Disculpe, señor director, ¿por qué las burbujas no detonan un color característico en el líquido?


            —No lo sabemos con seguridad. Lo que le mostramos son seres aislados. En otras piletas tenemos otros especímenes que conviven juntamente con demás flora y fauna, si usted pudiera bucear en una de ellas, notaría un ecosistema idéntico al fondo marino, donde los peces y algas se alimentan de los desechos producidos por las bacterias, de igual manera, las proto-medusas descomponen los desechos de los animales y los asimilan como nutrientes.


            —¡Aparte de que vería un espectáculo muy hermoso! —se apresuró a decir Magda—. Las colonias se mueven igual que los pólipos de medusas, sin embargo, no tienen los componentes necesarios para poder independizar la última capa y que sea liberada como un animal.


            —¿Qué hace falta para un desprendimiento exitoso? —mencionó ansiosamente Alfonso.


            —Para eso lo hemos contratado —continuó Mateo. Ingresaron a la dirección—. Si logra resolver el enigma que separa la vida simple de una en convivencia, será uno de los pioneros en explicar una de las preguntas filosóficas más importantes de toda la historia.


            —Lograremos ser los primeros en resolver el misterio —exclamó casi a gritos Magda—, comprender cómo funciona la unión de individuos a un conjunto con vida, ver la evolución de un mundo distinto.



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